EL ORIENTADOR Y EL CAMBIO
EL ORIENTADOR Y EL CAMBIO
Para lograr la calidad educativa a través de la orientación escolar, será necesario que el orientador, al igual que todos los agentes educativos, asuma y promueva el cambio, afrontando los nuevos retos, que son:
o La función de orientación ha de sobrepasar el marco escolar y trascender hacia los ámbitos comunitarios y familiares para alcanzar la efectividad de la labor orientadora.
o Las funciones de consulta y de formación, incluyendo al profesorado y a la familia, han de ser prioritarias, dado que el ser humano es lo más valioso de las instituciones educativas.
o El proceso de aprendizaje ha de contemplar el desarrollo global del alumnado, que trasciende a la estricta transmisión de los contenidos académicos y a la valoración única del grado de adquisición de los mismos.
o El ejercicio del respeto a los derechos del alumnado deben ser prioritarios si se pretende una verdadera acción educativa y orientadora.
Este impulso de cambio viene propiciado por el reconocimiento del alumnado, de su valía, pretendiéndose su desarrollo integral a través de la práctica educativa y orientadora, para lo cual es necesario tener en cuenta, en tanto que seres humanos, su componente personal y social, procurando la trascendencia de la exclusividad del marco escolar y de la adquisición de contenidos académicos, hacia el desarrollo de personas críticas y competentes en la vida.
Por ello es necesario que el orientador se perciba como promotor del cambio institucional, facilitando la comunicación en la organización, favoreciendo un clima de confianza y el trabajo en equipo, asumiendo el liderazgo, adoptando estrategias de resolución de problemas, evaluando la intervención orientadora, implicándose en la toma de decisiones y propiciando la cultura de la calidad y la implicación de la comunidad educativa en su logro.
Claro está, que para que el orientador asuma estas responsabilidades, también él deberá ser consciente de las mismas, por lo que se hace evidente la necesidad del cambio en la formación del orientador, como agente de cambio social y cultural. Será necesaria una formación en competencias de todos los educadores, que posibilite su implicación en la creación de personas autónomas, criticas y competentes, y no repetidoras de contenidos académicos y víctimas de un sin sentido y de una escuela que cierra sus puertas al mundo al que debe su existencia.